sábado, 6 de enero de 2007

La Gerencia II

Me pregunto si seré yo el único empleado que ha tenido un jefe que nunca está. Es de esa gente que hizo mucho dinero, pero por alguna razón no identificada, son incapaces de irse a las Bahamas a tomar piña colada mientras su dinero aumenta en la cuenta bancaria. En cambio, se sienten en la obligación de ocupar un alto cargo en la empresa… presidente, vicepresidente de cualquier cosa. Pero como buenos accionistas, están exentos del cumplimiento de horarios, uniformes e incluso del sentido común. Es así como llegan a trabajar al medio día y llaman a los empleados para hacer reuniones durante la hora del almuerzo, y a las 2 de la tarde en punto, luego de dos horas de voraz interrogatorio a los subalternos para saber en qué andan, se retiran a sus actividades extra curriculares, y no se les vuelve a ver hasta las 12 del medio día del día siguiente.
A veces, el gerente no llega… todos se extrañan pero se van almorzar tranquilos. Es así como, alrededor de las 5:30 de la tarde, aparece el susodicho deambulando por las oficinas y repartiendo saludos para asegurarse de que nadie se ha ido aún, y aquellos que sospechosamente ya tienen la computadora apagada y el bolso en el hombro, son llamados a su oficina para hablar sobre los proyectos pendientes y futuros. Definitivamente, media hora antes de la salida es un buen momento para ver el trabajo que hay que entregar mañana y encontrarle “pequeños detalles” que deben ser solucionados esta misma noche.
Luego de 5 años de ardua labor investigativa en la fauna gerencial, todavía me sorprende el comportamiento de esta especie que por su alta capacidad reproductiva, sobre todo en países subdesarrollados, está muy lejos de la extinción.

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